Se ha explicado en muchas ocasiones el enorme daño que ocasiona el consumo del tabaco en nuestro organismo, sea directamente para nuestro aparato respiratorio como para otras partes de nuestro cuerpo.
Consumir cigarrillos es una forma de ir muriendo día a día, y aunque hoy en día muchos lo han entendido y se han desplegado grandes campañas para ello, aún se hace difícil la lucha contra las enormes empresas transnacionales que los elaboran y los comercializan.
Uno de los grandes males que surgieron en la década de los setenta y que hizo sentir su arremetida en la década de los ochenta es el Sida. Enfermedad que a la fecha ha cobrado muchas vidas y de la que aún no podemos escapar, a pesar que se hacen denodados esfuerzos y se han encontrado paliativos o panaceas para sus síntomas.
Estos dos males que atacan al hombre –y que por cierto son pura responsabilidad de ellos mismos- se han encontrado en un punto poco auspicioso para quienes continúan con el hábito de fumar.
Y es que se ha comprobado que los fumadores tienen un mayor riesgo de contraer infecciones de VIH, debido a las modificaciones que produce el tabaco en el sistema inmunológico.
Al riesgo que generaba el tabaco para el aumento de las enfermedades respiratorias, hoy día se sabe que también abre una puerta peligrosa para las enfermedades de transmisión sexual, con lo que se suma una razón más a la necesidad de eliminar el cigarrillo de los hábitos humanos.
Los resultados más precisos arrojaron que aquellos que tienen al tabaco dentro de sus consumos habituales tienen al menos tres veces más probabilidades de desarrollar el VIH.
Aún cuando las investigaciones no están culminadas, ya sabemos que además del cáncer al pulmón y los problemas al corazón, el tabaco también trae entre sus funestas consecuencias el debilitamiento del sistema inmunológico y un riesgo muy grande de contraer enfermedades de tipo sexual.
Fuente: Blog Medicina
Imagen: Vitadelia
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