Por qué no es bueno consumir gaseosas o sodas

Cuando el fallecido ex-Beatle George Harrison puso un poco de ese alucinógeno llamado LSD, muy de moda en sus años de mayor éxito como músico, debajo de un microscopio y lo miró de cerca, vio que unas figuras fibrilosas se movían y entrecruzaban enrredándose atemorizantemente, como si se tratara de un lecho de plagado de serpientes. Según él mismo cuenta, esa tarde decidió que nunca más introduciría algo así en su organismo.

Si ustedes dejan caer unas cuantas gotas de su gaseosa favorita – sin importar la marca o el color – sobre la mesa y en lugar de limpiarla, la dejan ahí unas horas, notarán que al secarse se convierte en uan especie de melaza viscosa y difícil de imaginar formando parte de nuestro torrente sanguíneo. Y probablemente sientan lo mismo que el genial guitarrista de Liverpool y se anime, de una vez, a dejar de consumir gaseosas en exceso.

De vez en cuando no viene mal un vaso de gaseosa con bastante hielo, pero es innegable que los niveles de consumo de bebidas gaseosas no conocen la palabra mesura. Las cantidades que nos hemos acostumbrado a ingerir son exageradas y, más allá de que se trate de una versión light, zero, diet o cualquier otra de esas variantes, la acción nociva en nuestro cuerpo es evidente: problemas de gastritis, que se manifiestan básicamente por la incómoda sensación de llenura, los gases, etc., aumento del colesterol en la sangre, entre otras, son algunas de las bondades que produce en la salud el consumo desmedido de gaseosas.

Lo más recomendable, si se trata de aplacar la sed, es volver a las raíces: jugos de frutas, limonadas, té helado o si prefiere, agua pura bien helada evitará que usted termine dependiendo de las gaseosas. Haga la prueba e intente dejarlas por un tiempo, verá que se va a sentir mucho mejor. Y si no está muy convencido(a), revise este link con algunas razones para no seguir consumiendo gaseosas.

Fuente: La Gran Época

Imagen: Mundos Naturales

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