
Toda actividad tiene sus riesgos. Y en cuestiones de ejercicio, las lesiones pueden representar una seria dificultad si no les damos la debida importancia o no sabemos cómo tratarlas a tiempo.
A causa del gran esfuerzo, los deportistas profesionales y también quienes no están acostumbrados a practicar una actividad física tienden a sufrir caídas y golpes que derivan en hematomas, torceduras, esguinces o fracturas que, a corto o largo plazo, debilitan las zonas del cuerpo donde se produjeron.
Inmediatamente después de habernos lesionado hay que acudir al traumatólogo para que, a través de radiografías y los exámenes pertinentes, determine qué partes están comprometidas –músculos, huesos, etc.-, nos indique qué medicamentos y en qué dosis tomarlos (es imprescindible hacerlo en la cantidad adecuada), así como el tiempo de descanso mínimo para volver a empezar.
Si ignoramos el problema y dejamos que se “arregle solo”, lo más probable es que luego de un tiempo volvamos a padecerlo e incluso lo agravemos. Y eso crea una predisposición a que las zona del cuerpo cercanas también les pase lo mismo.
Para evitar la seguidilla de lesiones, lo mejor es realizar una calistenia o calentamiento de aproximadamente quince minutos antes de comenzar con la rutina de ejercicios marcada por nuestro entrenador o una persona con experiencia en el tipo de deporte que practicamos. Igualmente, terminar la rutina con ejercicios de enfriamiento para evitar calambres y contracturas.
Y al reintegrarnos a la actividad física luego de haber sufrido una lesión, debemos hacerlo de manera progresiva. Es decir, iniciar con un menor esfuerzo al que estábamos acostumbrados hasta llegar poco a poco a nuestro nivel normal de entrenamiento.
Fuente: Mercado Libre
Imagen: Diario de Deporte
Tags Blogalaxia: Salud, Ejercicio, Deporte, Entrenamiento, Lesiones.
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