Dada mi experiencia como paciente con gastritis crónica he tenido que ser muy meticulosa en la selección de todo lo que tiene que ver con mi dieta, desde la selección de alimentos hasta las proporciones y cantidad de veces al día en que debo ingerirlas. Además, como al comienzo me recetaron medicamentos para calmar el fuerte ardor estomacal, debía reforzar aún más el aspecto nutricional para que a la larga el remedio no sea peor que la enfermedad.
Entre los «productos» naturales que me han ayudado a superar la gastritis, la papaya se lleva, sin duda alguna, la medalla de oro por varios años consecutivos. Aunque de niña no era fanática de su sabor, con el tiempo y lo que ha ejercido en mi organismo ha terminado por conquistar a mi «bobito» enamorado de su frescura y lindo color naranja.
La gran pregunta es: ¿cómo sacarle buen provecho? Pues ya que la papaya no solo es óptima para la digestión, sino también para la piel y reforzar el sentido de la vista, gracias a sus cantidades de betacaroteno, sugiero utilizarla así:
- Consumir en ayunas un pedazo de papaya y luego volverla a consumir en el desayuno a manera de ensalada y con un generoso chorro de miel y unas gotas de limón.
- En segunda instancia, tomar un jugo a base de la misma combinado con miel y algarrobina, las cuales reemplazarán al azúcar en granos.
- Comer papaya picada con ajonjolí a manera de snack de media mañana y media tarde.
- Ingerir algunas pepitas de la papaya durante la noche para facilitar la digestión antes de dormir.
- Encurtir la carne de res o una similar con papaya aplastada y cocinarla de esta manera para que su sabor sea más agradable y su textura sea más dulce.
- Utilizar la papaya aplastada con yogur y miel y aplicarla a manera de mascarilla sobre nuestro rostro.
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