El infarto cerebral -también conocido como ictus- es la tercera causa de muerte en personas mayores, lo cual se presenta como la pérdida de la función cerebral dificultando la capacidad de la persona para valerse por sí misma creando incapacidad y depresión en los afectados.
Sabemos la gran dependencia del cerebro respecto al oxígeno y a la glucosa que es aportada por la sangre, razón por la que una interrupción del riego con estos elementos podría ser suficiente para causar la muerte de miles de neuronas y con ello un daño irreparable en la persona.
La sangre que llega al cerebro por las arterias carótidas y por la basilar puede verse bloqueada en casos de personas con hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto, fumadoras o con enfermedades del corazón, lo que generaría una trombosis o una embolia que impediría el paso de sangre hacia alguna zona del cerebro, generando el daño antes mencionado.
Esto ocasionará que se pierdan todas las funciones que desarrollaban las neuronas que murieron en ese momento del infarto cerebral, y con ello todas las complicaciones en la salud que comentamos al principio del artículo. Y hay que señalar que los riesgos aumentan con ciertas enfermedades pero también con la edad.
La gran mayoría de veces, el infarto cerebral se produce de manera brusca y sin avisos, y algunas veces el riego se recupera de inmediato sin ocasionar daños en la salud, aunque también hay otros casos en los que las secuelas neurológicas son muy graves.
Algunas de los síntomas se presentan con dificultades para hablar y ver, además de problemas para movilizar algún miembro, todo lo cual se soluciona al cabo de un día como máximo si es que se trata de algo transitorio. Sin embargo, se constituye como un serio aviso de que esto puede repetirse en los próximos días pero con consecuencias más graves, por lo que la visita y el tratamiento médico debe darse de inmediato.
Fuente: GranmaCubaweb.
Imagen: ElConfidencial.
Tags Blogalaxia: Salud, Infarto cerebral, Ictus.
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