Qué errores cometemos al entrenar en el gimnasio

La llegada del verano es motivo de alegría para algunos. Pero para otros puede significar una gran preocupación por lucir una figura esbelta y que alimente nuestro ego, despertando la envidia de propios y extraños.

Por eso muchos acuden al gimnasio a fin de lograr un “cuerpo de impacto” y están dispuestos a conseguirlo a como de lugar, aunque para ello pongan en riesgo su salud y la propia idea de una imagen corporal proporcionada.

El problema no está en ir al gimnasio, sino en que al ser novatos en las lides del “fitness” no sabemos qué ejercicios practicar ni la medida en que debemos realizarlos. Y en el deseo de sacar “fibra” cometemos excesos en la frecuencia e intensidad de cada ejercicio, con el peligro de sufrir una lesión de tal magnitud que nos impida seguir entrenando y ver los frutos de nuestro esfuerzo.

Uno de los errores típicos que cometemos al entrenarnos es no seguir las pautas de nuestro instructor y aumentar la cantidad de repeticiones o series que ha dispuesto o incluso utilizar máquinas para las que considera que no estamos preparados. Porque la adrenalina del esfuerzo puede traer algunos desgarros y la consiguiente paralización de la actividad.

Por otro lado, la indumentaria también influye sobre cómo nos ejercitamos. Unas zapatillas sin amortiguadores obliga a los pies a hacer más esfuerzo del necesario y puede provocar esguinces o problemas en los ligamentos. Asimismo, una ropa de licra evita que la piel respire y tenga manchas o infecciones por el sudor acumulado, sobre todo en las zonas íntimas.

En cuanto a la hidratación, en vez de tomar agua es recomendable ingerir un refresco cítrico (sin azúcar) o bebida isotónica (Gatorade, Powerade, etc.) y al terminar el entrenamiento, comer un plátano o dos huevos duros sin yema para recuperar energías a la vez que ayudamos a desarrollar nuestra masa muscular.

Imagen: Good Housekeeping

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