Más vale prevenir que lamentar. Aunque el autoexamen de mama no es un diagnóstico definitivo sobre lo que ocurre en tus senos, conocer tu cuerpo y estar al tanto sobre sus cambios es literalmente vital en esta situación. Aprende a hacerlo: puede salvar tu vida.
Existen factores genéticos imposibles de cambiar en nosotras, pero para hacer la diferencia debes visitar a tu médico una o dos veces al año para que te examine (por ejemplo, mediante ecografías y mamografías) y busque alguna anomalía que podría resultar en un cáncer a largo plazo.
Esta no es una enfermedad que dé muchas pistas, el cáncer es un mal silencioso y letal que perjudica la integridad de una persona, sea hombre o mujer, puesto que aunque el cáncer de mama se relacione con las mujeres, también ataca a los hombres.
Tú misma en casa, en la privacidad de tu habitación.
Primero, realiza el autoexamen cuando estos no estén sensibles o inflamados. Acuéstate boca arriba y lleva tu brazo derecho detrás de tu cabeza. Es importante que estés en esta posición ya que el tejido se distribuirá sobre tu tórax y favorecerá la detección de alguna variación en la textura o tamaño de tus senos.
Continúa empleando los tres dedos del medio de tu mano izquierda y rodea tu seno con movimientos circulares pequeños, ejerciendo presión leve e intercalándola con una intensidad mayor. Asegúrate de abarcar todos los contornos. Ahora, con los mismos dedos, palpa de arriba hacia abajo el área: desde el inicio de las costillas hasta la clavícula y viceversa, comenzando por tu axila y terminando cerca a tu esternón.
Anota los cambios en tamaño, forma, sensibilidad, no te descuides si sientes dolor o si tus pezones lucen agrietados o si tu piel está enrojecida. Y, por supuesto, no dejes de visitar a tu médico.
Imagen: MedLine Plus
Este artículo está basado en información actualizada provista por la American Cancer Society.
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