Llevar una vida sana es un objetivo que se propone mucha gente, sin embargo, el ritmo de vida actual muchas veces sobrepasa nuestras posibilidades y nos desbordamos emocionalmente.
El estrés es la respuesta de una persona a un estímulo desmedido e impacta tanto a nivel psicológico como físico. A menudo, el estrés nos da señales de alerta que se maniefiestan con malestar físico, como, por ejemplo, dolor de cabeza, ataque de vértigo, contracturas…
De esta manera podemos darnos cuenta de que nuestro psiquis está entrando en una zona peligrosa y que debemos ocuparnos para no sufir un pico de estrés que puede derivar en complicaciones importantes.
Actualmente, el estrés laboral es el más frecuente debido a las malas condiciones de trabajo, la competencia desleal, los maltratos, la inestabilidad en los puestos laborales, la sobreexigencia o las largas jornadas.
Muchas personas desestiman al estrés diciéndose «ya pasará». Y aunque nos cueste aceptarlo, hay que saber que el estrés laboral es la principal causa de licencias psiquiátricas y de internaciones por úlceras gástricas, una de las formas físicas en las que se manifiesta la angustia psicológica.
El estrés no aparece de un día para el otro, sino que es un proceso con diferentes fases. Aprender a reconocerlas nos servirá para darnos cuenta del momento que estamos atravesando y poder prevenir las consecuencias. El estrés comienza con una fase de alerta, que es cuando el hipotálamo comienza a segregar mayor cantidad de adrenalina.
La segunda fase es la de la resistencia, y el organismo intenta adaptarse a la situación de estrés. Sin embargo, si no acudimos a un psicólogo, nos tomamos unas vacaciones o no cambiamos nuestras condiciones laborales, es posible que lleguemos a la fase del agotamiento, donde nuestro cuerpo nos obliga a parar a través de la producción de un síntoma físico importante.
Fuente: Potenciales humanos
Imagen: Ecofield
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