Las aguas termales -que se diferencian de las aguas de mar por tener tres veces más de contenido salino, el doble de sulfatos y cloruros y el quíntuple de calcio– son una inmensa fuente de salud y pueden transformarse en una terapia placentera, relajante y preventiva de muchas enfermedades y dolores.
Como primera medida, las aguas termales aumentan las defensas del sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo esté más preparado para resisitir posibles infecciones de virus o bacterias. Además, mejoran el ánimo y provocan una sensación instantánea de relajación muscular, lo que se debe a sus efectos sedantes del sistema nervioso central.
También reactivan el metabolismo celular y contribuyen a la cicatrización y mejoría de lesiones cutáneas. Las personas con problemas respiratorios son las que mejores beneficios obtendrán, ya que la gran cantidad de sulfatos presentes en estas aguas benefician notablemente el sistema respiratorio. Muchas personas asmáticas tienen como rutina ir al menos dos veces al año a centros termales para mejorar su afección.
Las aguas termales de entre 37 y 38 grados son ideales para dolencias óseas y para la recuperación de problemas de artritis, fracturas y lesiones en los huesos. Las aguas entre 35 y 37 grados tienen efecto sedante y hasta los 34 grados son muy buenas para mejorar la circulación.
Si bien los beneficios de las aguas termales son irrefutables siempre es conveniente acudir a una consulta médica antes de ir a un complejo termal, ya que las personas hipertensas o los niños muchas veces tienen contraindicada este tipo de terapia.
Si no puedes ir a un centro termal puedes regalarle a tu cuerpo algunos productos que contienen aguas termales. Por ejemplo, existen colonias, tónicos, espumas limpiadoras con aguas termales, que revitalizan la piel y activan la circulación.
Fuente: InterPatagonia.
Imágenes: Karentravel.com.ar.
Tags Blogalaxia: Salud, Aguas termales.
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