Los lácteos (la leche y sus derivados) son uno de los alimentos más completos que existen. Dentro de su composición nutricional se encuentran proteínas, grasas, vitaminas, minerales e hidratos de carbono como la lactosa, a la cual deben su nombre. Por ello se recomiendan sobre todo para las gestantes y personas en proceso de desarrollo, como bebés, niños y adolescentes.
Sin embargo, su consumo no siempre resulta beneficioso para la salud. Por un lado, la lactosa -el principal hidrato de carbono de los lácteos- solo puede ser digerida si nuestro organismo produce la enzima lactasa en la cantidad necesaria. Una falta parcial o total de este componente origina intolerancia a la lactosa, que es el motivo por el cual muchas personas sufren dolor de cabeza, náuseas y vómitos al beber tan solo un poco de leche.
Por otro lado, los productos lácteos preparados a cantidades industriales no son tan positivos como se promociona. Ello se debe a que para que duren el mayor tiempo posible son sometidos a la pasteurización, proceso que eleva la temperatura de los alimentos a 80 Cº ó 90 Cº encima de lo normal para eliminar virus, bacterias y microbios.
Si bien se necesita eliminar los agentes patógenos o contaminantes de los lácteos para hacerlos aptos para el consumo humano, la temperatura no puede ser tan alta porque ocasiona la pérdida de gran parte de su valor nutritivo.
Los que padecen intolerancia a la lactosa deben consumir productos libres de este componente y que tengan agentes probióticos para facilitar la digestión. Pero sería más saludable si en vez de tomar alimentos pasteurizados utilizamos suplementos naturales, como la leche de soya y alimentos preparados en base a ella (refrescos, postres, etc.).
Fuente: UACC
Imagen: Método Montignac
Tags Blogalaxia: Salud, Alimentación, Lácteos.
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